Muchas empresas no disponen de presupuesto para aumentar el salario de sus empleados, pero en cambio quieren que la plantilla esté motivada. Pues bien, ofrecer determinadas retribuciones en especie es una buena alternativa para conseguir ambos objetivos.

Por ejemplo, puede proponer que un empleado que gana 30.000 euros en metálico cambie el tipo de retribución y pase a cobrar 27.500 euros en metálico y 2.500 euros en especie.

La ventaja de este cambio está en la tributación. Dado que algunas retribuciones en especie no tributan en el IRPF de los beneficiarios (seguros de enfermedad, cheque transporte, ticket restaurante, servicios de guardería, cursos de formación, etc.), sus trabajadores tendrán un ahorro en el IRPF que se convertirá en un mayor efectivo del que dispondrán cada año (por lo que, indirectamente, será un aumento salarial).